El baloncesto es el deporte que primero empezó a analizar estadísticamente sus números. Desde hace años, en cada partido se hace el recuento de puntos, rebotes, asistencias, tapones, personales, porcentajes de éxito en cada tipo de tiros, etc. y eso tanto en sus datos extremos como en las medias: lo que se llama los ‘números’ de un jugador. Tanto es así que bastantes de ellos intentan mejorar sus ‘números’ en momentos en que es fácil, como por ejemplo, meter unos cuantos puntos más cuando está acabando un partido en el que se gana por mucha diferencia. Es relativamente sencillo y para los promedios del año cuentan igual. Sin embargo, con frecuencia se ve que no se utilizan esas estadísticas cuando se hacen juicios de valor sobre el rendimiento de un jugador en un momento determinado y se dicen cosas que desde el punto de vista matemático no son admisibles. Por ejemplo, supongamos que un jugador, cuya media de encestes en tiros libres es del 70 %, llega a un partido decisivo, lanza 6 y solo encesta 3 (es decir ese día solo llega al 50%). Es muy habitual que el comentario sea: ‘¡Le han podido los nervios, por lo trascendental que era el partido!’. Pero en realidad puede no ser eso, porque, ¿es tan extraño que ese jugador, al lanzar 6 tiros libres, falle al menos 3? Vamos a analizar con más detalle esta situación. |
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